Las fotos de esta boda en la Bodega Señorío de Sarría las tomé antes de tener esta web, hace ya unos cuantos años. Repasando el trabajo realizado he decidido recuperar algunas de ellas en esta entrada. Creo que merece la pena comentar varios momentos locos que dicen mucho del entusiasmo con el que ya empecé en esto de los reportajes de boda.
Ellos son Miriam y Javier, una pareja encantadora y risueña que querían escapar de los reportajes y poses clásicas y me encargaron las fotos de su boda.
Estamos en 2013, mi segundo año como fotógrafo de bodas en Pamplona y Navarra. Los años saltan a la vista en una de las fotos. En ella se ve claramente el móvil de uno de los invitados. Fijaos, parece el pleistoceno!
El glamour del novio
Esta escena loca y divertida la propuse a varios novios de aquella época. La sigo haciendo, pero sólo si me lo piden tras ver mi trabajo o si lo sugiero cuando veo que encaja en el carácter y sentido del humor de la pareja. Y en el tamaño del novio, dicho sea de paso.
El novio queda elevado hacia el cielo por la cuadrilla de amigos, que lo sujetan por las rodillas. Si no es por las rodillas el novio no toma suficiente altura y la escena no luce como debería.
En realidad son las cosas que a mi me hubiera gustado hacer con mis colegas en mi boda.
Mi planteamiento creo que tenía su lógica. Dejo algún ejemplo de otra boda y os lo cuento, que la idea tiene su fundamento.
Todo el glamour y atención en un reportaje tradicional se lo llevaba la novia, con su vestido, su peinado y sus complementos.
En cambio el novio se vestía como un invitado más. No veía yo que esta situación acompañase bien los tiempos modernos. Había que hacer algo. Pero algo glorioso, épico, espectacular.
Y con los colegas.
Los manteos están genial y son muy visuales, por supuesto. Pero yo buscaba algo más original, una especie de ritual escénico.
Seguimos con la escena en bodegas del Señorío de Sarría. Cada boda, cada cuadrilla y cada momento tiene su propia vida. A los amigos los pillé animados y la situación evolucionó espontánemente ya por si sola y se convirtió en un auténtico paseo triunfal para el novio.
Un homenaje por todo lo alto.
Levitar de amor
Esta otra escena de la misma boda también va de elevarse, pero de forma más sutil y elegante. Técnicamente es bastante más compleja y tiene trabajo de postproducción, como podréis suponer.
La dejé de hacer. En realidad si no hay tiempo para prepararla bien y que el resultado sea espectacular mejor no plantearla.
También hicimos algún posado romántico aprovechando los viñedos de la bodega. Entre todos pensamos en algún detalle que le diera frescura y vimos una mesa de ikea por allí.
¡A que mola!
Ellos ya llevaban por su cuenta sus aportes originales.
Llegaron a la boda a bordo de sus segway para asombro de los invitados.
Mi fotografía de bodas, hoy
No quiero destacar más fotos de la boda porque ahora no representan mi trabajo. Son ya 8 años y un largo camino de aprendizaje en el que uno se da cuenta de lo que es más importante y complicado, que no es otra cosa que capturar los grandes momentos de la boda de la forma más visual y auténtica posible.
Eso suponer estar con todos los sentidos alerta durante la boda para no perderte nada, anticipándote a lo que puede venir para que te coja preparado, en el lugar adecuando.
El aspecto creativo alejado de los clichés románticos lo sigo desarrollando en el reportaje, pero siempre es un complemento a lo principal, a lo que serán los recuerdos para toda la vida de los momentos vividos con la familia y resto de invitados en el día de la boda.
La mejor manera de comprobar si voy alcanzando este objetivo es hacer un recorrido por esta web, empezando por las fotos de la portada principal y continuando por los diferentes menús.
Me despido con un momento auténtico, espontáneo, de la boda de Miriam y Javier en el Señorío de Sarría. Se apareció ante mi y solo tuve que percibirlo, encuadrar y disparar en décimas de segundo. Con un puntito de humor, claro que si. Que sería de la vida sin ello.
Leave a reply